Humildad
“Verdad es que no en todas las
moradas podréis entrar por vuestras fuerzas, aunque os parezca las tenéis
grandes, si no os mete el mismo Señor del castillo. Por eso os aviso, que
ninguna fuerza pongáis, si hallareis resistencia alguna, porque le enojaréis de
manera, que nunca os deje entrar en ellas. Es
muy amigo de humildad” (Moradas
VII, 4, 2).
“La humildad siempre labra como
la abeja en la colmena la miel, que sin esto todo va perdido. (Moradas I, 2, 8)
“Mientras estamos en esta tierra no
hay cosa que más nos importe que la humildad”. (Moradas I, 2, 9)
El Señor os lo dará a entender, para que saquéis de las sequedades humildad y no inquietud, que es lo
que pretende el demonio (Moradas II, 1, 9).
“Y creedme que no está el negocio en tener hábito de religión o no,
sino en procurar ejercitar las virtudes y rendir nuestra voluntad a la de Dios
en todo, y que el concierto de nuestra vida sea lo que Su Majestad ordenare de
ella, y no queramos nosotras que se haga nuestra voluntad, sino la suya. Ya que
no hayamos llegado aquí como he dicho humildad,
que es el ungüento de nuestras heridas; porque, si la hay de veras, aunque
tarde algún tiempo, vendrá el cirujano, que es Dios, a sanarnos” (Moradas III, 2, 6).
En el discernimiento espiritual,
para saber si algo es de Dios o no, una nota importante es descubrir si va en
humildad. “Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de
la humildad, y púsoseme delante a mi parecer sin considerarlo, sino de
presto esto: que es porque Dios es suma
Verdad, y la humildad es andar en verdad (Moradas VI,
10, 7).
Comentarios
Gracias, por las palabras de santa Teresa.
Un beso, querida Caminar.
Coloquémonos humildemente entre los imperfectos, considerándonos almas pequeñas a las que Dios tiene que sostener a cada instante. ... (...) ... Sí, basta con humillarse, con soportar serenamente las propias imperfecciones. ¡He ahí la verdadera santidad! (Santa Teresa de Lisieux)