Paz

"Jesús nos llama a cambiar de vida, a cambiar de camino, nos llama a la conversión". Y esto comporta luchar contra el mal, también en nuestro corazón, "una lucha que no te da tranquilidad, pero que te da la paz". Lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el cuarto jueves de octubre.
Inspirándose en el Evangelio del día que explica que éste es "el fuego" que Jesús trae a la tierra, un fuego que pide el cambio, el Santo Padre dijo:
"Cambiar el modo de pensar, cambiar el modo de sentir. Tu corazón que era mundano, pagano, se vuelve ahora cristiano con la fuerza de Cristo: cambiar, ésta es la conversión. Y cambiar en el modo de obrar: tus obras deben cambiar".
Una "conversión - subrayó Francisco - que implica todo: cuerpo y alma, todo".
"Es un cambio, pero no es un cambio que se hace con ardid: es un cambio que hace el Espíritu Santo, por dentro. Y yo debo colaborar para que el Espíritu Santo pueda obrar. ¡Y esto significa lucha, luchar!".
"No existen los cristianos tranquilos, que no luchan - dijo el Papa - "esos no son cristianos, son unos ‘tibios'". Y añadió: "También puedes encontrar la tranquilidad para dormir en una pastilla", pero "no hay pastillas para la paz interior". De ahí que haya afirmado que "sólo el Espíritu Santo" puede producir "esa paz en el alma que da la fortaleza a los cristianos". "Y nosotros - prosiguió - debemos ayudar al Espíritu Santo haciéndole espacio en nuestro corazón". Para lo cual - exhortó - nos ayuda mucho "el examen de conciencia de todos los días", para "luchar contra las enfermedades espirituales, esas que siembra el enemigo y que son enfermedades de la mundanidad".
El Papa Bergoglio afirmó asimismo que "la lucha que ha iniciado Jesús contra el diablo, contra el mal, no es una cosa antigua, sino sumamente moderna, "es cosa de hoy - dijo - de todos los días", porque "aquel fuego que Jesús vino a traernos está en nuestro corazón". Por esta razón debemos dejarlo entrar, y preguntarnos cada día: "¿Cómo he pasado de la mundanidad, del pecado, a la gracia?; ¿he dejado espacio al Espíritu Santo para que Él pudiera obrar?"
"Las dificultades en nuestra vida no se resuelven diluyendo la verdad. La verdad es ésta: Jesús ha traído fuego y lucha. ¿Y yo qué hago?".
El Papa Francisco concluyó su homilía afirmando que para la conversión es necesario tener "un corazón generoso y fiel". "Generosidad - dijo - que proviene siempre del amor". Y fidelidad, es decir, "fidelidad a la Palabra de Dios".

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