PAZ

"Si al menos tú comprendieses en este día lo que conduce a la paz" (Lc. 19,42)

Podríamos preguntarnos qué conduce  a la paz. Pues algo tan sencillo como la ACEPTACIÓN serena de lo que sucede a cada instante. Dios se nos manifiesta y está presente en todo y en todos, basta acogerlo, tanto en los momentos de gozo cuando todo nos parece ir bien, como en las contrariedades, las incomprensiones, en las situaciones tensas y desagradables, pues aunque éstas nos hagan sufrir, siempre podremos preguntarnos ¿Qué quieres, Señor, de mí por medio de esto? ¿Cómo debo vivir esta situación para crecer por medio de ella?¿Qué don tuyo encierra esto que no comprendo y me hace sufrir? De este modo lo aparentemente negativo habrá servido ya para algo bueno, mantenernos en un diálogo continuo con el Señor, y así poco a poco ir descubriendo y comprendiendo qué es lo que nos conduce a la verdadera paz, a Su paz.

(Jueves XXXIII T.O.)