Un latido del Corazón de Cristo

 ¿JESÚS EN QUÉ PIENSAS?

Padre, ¿por qué?...sí, ya sé, se lo he repito tantas veces a los discípulos, tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo; pero ahora me siento tan cansado, tan abrumado, tan dolorido...que sin darme cuenta me brota el por qué.

Padre, anoche, cuando partía el pan, ellos, los discípulos, miraban atónitos, no entendían, y a mí un gran escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Yo sabía que al partir al pan, me “partía” a mí mismo. Era imposible explicarles a ellos todo lo que implicaba ese gesto de partir el pan, les podía parecer un acto duro, cruel, se repetía una vez más ese es necesario que el Mesías padezca que tantas veces les había anunciado, y en cambio, Tú lo sabes, Padre, era el acto supremo de amor y ternura que nunca antes se había realizado y que nunca se volverá a realizar en la tierra. Porque nadie tiene mayor amor que el que da la vida por los amigos.

Y ahora, Padre, siento como esta carne mía se parte, tengo los huesos dislocados, y sin embargo te repito, holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron, pero me has dado un cuerpo; he aquí que te ofrezco este cuerpo que me has dado; vengo a hacer, oh Dios, tu voluntad.

Sí, Padre, porque esta es tu voluntad. ¿Acaso se mueve una hoja del árbol sin tu consentimiento? Herodes, Caifás, Pilato, los judíos, los Sumos Sacerdotes...no tendrían ningún poder sobre mí si no se lo hubieses dado Tú de lo alto. Que no se equivoquen los hombres al pensar en mi muerte, que no ha sido el poder político, ni la estrategia de los judíos; no, Padre, tú posees un dominio superior sobre el desarrollo de los acontecimientos, también de estos que me rompen la vida, de tal modo, que tú, Padre mío quieres este mi sacrificio porque es salvación para ellos, y a la vez, respetas la libertad de los que me hacen  mal. Esto es un misterio muy grande para los hombres, y nunca lograrán entenderlo. Ellos no logran convencerse de que Tú y yo somos uno y que cuando yo sufro, tú “sufres” también; lo que a mí me duele, a ti te desgarra el corazón; porque Tú nunca me dejas solo.

Padre, Padre, si el mundo comprendiese tu designio de amor en esta pasión, si comprendiese la parte que a ti te toca. Si comprendieran que todo esto no es sino la expresión de un amor que trata a toda costa de comunicar la santidad a los hombres.

Oh Padre, si el mundo comprendiera que esta pasión de amor es obra tuya...que en esta muerte se manifiesta tu poder y tu sabiduría.

Padre, Padre...anoche en el huerto, tu voluntad, no la mía; sí Padre, esta muerte, esta pasión es tu voluntad. Acepto, Padre, sí, una vez más acepto tu plan de amor. Tú eres mi Padre, mi Abbá, yo soy tu Hijo predilecto y como tal quiero obedecerte hasta la muerte.


Comentarios

Rosa ha dicho que…
Amén.
Muchas gracias.

Un abrazo, querida amiga.
Santa Semana Santa.

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