¿Doble trabajo?

 Jesús, al recorrer Galilea anunciando el reino de Dios, al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Así comienza el evangelio del próximo domingo. Jesús se compadece, o sea, se le revuelven las entrañas (como se le revolvieron al padre del hijo pródigo al ver regresar a su hijo), porque se da cuenta de que la gente está cansada, desorientada, y no tienen buenos pastores que les consuelen y alivien. Las necesidades de la gente, en tiempos de Jesús y en los tiempos actuales, eran muchas. Jesús curo a muchos enfermos. También hoy hay enfermos a los que atender, hambrientos a los que dar pan, inmigrantes a los que acoger.


Pero sin olvidar cual es la necesidad principal que todos tenemos: encontrar sentido a la vida, llenarla no solo de pan, sino de amor, llenarla de Dios. Los pastores de los que habla Jesús deberían ocuparse de todas esas necesidades. Y pastores somos todos. Todos somos pastores los unos de los otros. Francisco de Asís, en su regla para los eremitorios, dice que los que quieran vivir como religiosos en los eremitorios sean tres o cuatro hermanos. Y ahí viene la sorpresa: esos hermanos deben turnarse en ser unas veces madres y otras hijos, para que se alternen en llevar unas veces la vida de Marta y otras la vida de María. El eremitorio es como una Iglesia en pequeño, un signo de lo que debe realizarse en toda comunidad cristiana. En ella debemos cuidar maternalmente los unos de los otros, porque todos somos hermanos. En la Iglesia no hay superiores y súbditos.


Jesús viendo a esas multitudes abandonadas, que no tienen pastores maternales que les cuiden, se dirige a sus discípulos con estas palabras: “la mies es abundante, pero los trabajadores son pocos”. Aunque sean pocos, por lo menos hay algunos. Como las muchedumbres son una mies abundante, lo lógico sería recomendar a los pocos que trabajasen el doble. Pero lo que recomienda Jesús es rogar al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Eso nos desconcierta: en lugar de animarnos a trabajar, Jesús nos invita a la oración.


No se trata de no trabajar, no se trata de no dar pan al hambriento y palabras de vida y verdad a los que vagan sin sentido. Se trata de cobrar conciencia de que los discípulos no pueden hacer eso por propia iniciativa; deben hacerlo comisionados por el Señor porque, dice Jesús: “sin mi, nada podéis hacer”. Unidos a él, hay que poner todo nuestro empeño en cosechar esta abundante mies. El envío de los doce primeros apóstoles a las ovejas descarriadas de Israel, anticipa el envío que Jesús hace a la Iglesia de hoy, a cada uno de los creyentes, para que, unidos al dueño de la mies, y no dejando de orar, se pongan a trabajar con todo su empeño, con toda su imaginación, para decir palabras de consuelo y esperanza a los cansados y abandonados, y ofrecer pan y vestido a los hambrientos y desnudos.


Fuente: https://nihilobstat.dominicos.org/articulos/mucha-mies-pocos-trabajadores-doble-trabajo/

Comentarios

Entradas populares