Seguimiento
“Suponte que estás en tu casa, enfermo, lleno de cuidados y atenciones, pero un día vieras pasar debajo de tu ventana a Jesús, seguido de una turba de pecadores, de pobres, de enfermos, de leprosos… Si vieras que Jesús te llamaba y te daba un puesto en su séquito, y te mirase con esos ojos divinos que desprendían amor, ternura y perdón, y te dijera:
“¿Por qué no me sigues?”
“¿Qué harías? ¿Acaso le ibas a responder: Señor, te seguiría si me dieses un enfermero, te seguiría si estuviera sano y fuerte para poderme valer?”
“No. Si hubieras visto la dulzura de los ojos de Jesús te hubieras levantado de tu lecho sin pensar en ti para nada, te hubieras unido a la comitiva de Jesús y le hubieras dicho:
“Voy, Señor, no me importan tus dolencias, ni la muerte, ni comer, ni dormir; si Tú me admites, voy; si Tú quieres puedes sanarme; no me importa que el camino por donde me lleves sea abrupto, difícil y esté lleno de espinas; no me importa si quieres que muera contigo en la cruz… voy, Señor, porque eres Tú el que me prometes una recompensa eterna, eres Tú el que perdona, el que salva… eres Tú el único que llena mi alma. Ni aun sufrir hasta el fin del mundo, merece la pena de dejar de seguir a Jesús.”
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Un abrazo en Cristo