Nuestro corazón
El santuario de nuestro corazón ha de ser casa de oración, por eso nuestra vida ha de ser una ofrenda espiritual. El bautismo nos ha consagrado. Casa de oración, de alabanza, de sacrificio, en el amor, en la alegría: no se puede profanar el templo de Dios. Ahí, en ese silencio vivo, ese Huésped divino se revelará al hombre que le recibe y se le entrega.
Comentarios
Un abrazo en esa morada
Un abrazo.
Un abrazo. Unidas en la oración.