IV semana de cuaresma. Llagas revividas
No se termina el
camino con las llagas resucitadas de Cristo. Ellas nos invitan a cargar con
confianza con la cruz que supone seguirle. Nos enseñan a saber responder con amor
al odio (aunque nos haga sufrir); con generosidad al egoísmo (aunque pasemos
por tontos); con verdad a la mentira (aunque suponga no conseguir muchas
cosas); con el bien al mal (aunque suponga perder muchas batallas). En la
Pascua fijamos nuestros ojos en Jesús no para soñar con un mundo irreal, sino
para hacernos fuertes en la verdadera vida aunque esta sea golpeada por el mal
y la desgracia.
Comentarios
Las llagas de Cristo son nuestras miserias asumidas en su absoluta libertad y en su amor sin medida ni condiciones. Y me tomo el atrevimiento de añadir que cargar la cruz es ponerse al hombro la propia existencia con todos sus claroscuros -a menudo más oscuros que claros- pero muy especialmente la cruz del hermano.
Hacerse prójimo, aprojimarse.
Hacerse marginal para que el último dé un paso adelante, y esto está muy lejos de cualquier ideología. Es el Reino, es el amor de Cristo, es beberse el cáliz que nos toque por amargo que sea, sabiendo que lo definitivo no pasa por allí, sino que los imposibles y los no se puede finalizan en la Resurrección.
Me uno a vos en la carga tan difícil a veces de la cruz, pesada por los egoísmos y los olvidos de nuestro sol, el Maestro, pues solemos orbitar alrededor de un ego que no acepta nada más.
Aunque sea, comenzando a ser cireneos serviciales para el que se doblega a nuestro lado.
Santa y fructífera cuaresma para vos y tu comunidad.
Paz y Bien
Ricardo