PAZ. Cuaresma 2022

 Tú y yo somos la luz de la paz. Para los cristianos católicos, el inicio de la Cuaresma, que comienza con el sello de la Cruz en nuestra frente con ceniza, está a la vuelta de la esquina. 

¿Por qué no ofrecer estos días de búsqueda en Dios la purificación del corazón y de la mirada para pensar profundamente en nuestros hermanos ucranianos que ahora sufren?

Ayuno y oración por la paz el 2 de marzo




Esta es la invitación del Papa Francisco para todos.  Pero tú y yo podemos hacer más. Podemos dedicar cada día de esta Cuaresma a contemplar el dolor de Dios en el dolor de los ciudadanos de Ucrania. No basta un día de ayuno, no basta decir “pobrecitos”, es imprescindible actuar. Actúas asignando diez minutos de tu tiempo a pensar en la angustia, miedo e incertidumbre de estos hermanos. Sólo cuando nos metemos en la vida íntima de las personas los conocemos y aprendemos a amarlos. No hay otra forma.

¿De qué forma puedes hacer esto?

Soy sincera al decirte que no me gusta ver noticias. Menos cuando son sobre una guerra. Sin embargo, es necesario hacerlo para que el corazón entre en sintonía con gente, con niños que no conocemos. Es imprescindible para darte cuenta de la realidad que estas personas viven aquí y ahora.  Mira las noticias con este objetivo, para luego suplicar a Dios en la oración por estos hermanos.

Dedica también diez minutos a hacer silencio en honor de este pueblo. Esto lo puedes hacer en cualquier momento. Quizá al levantarte en la mañana y antes de empezar tus actividades. Tal vez a la hora de la merienda o después de la tertulia en familia. Hacerlo durante el tiempo de toda la Cuaresma no sólo hará más compasivo tu corazón sino que también conocerás más profundamente el lenguaje de Dios.

Reza una decena del Santo Rosario con tus hijos pequeños. Involúcralos y explícales que un país hermano está siendo sometido a un gran dolor. Pídeles invocar a la Virgen Santa Madre de Dios con todo su corazón para que interceda por la paz de este país.  Nuestra tradición católica ha acudido siempre a la Madre de Dios ante las grandes crisis, pandemias y guerras. Esto es así porque Ella es la gran maestra del silencio que nos enseña cómo se habla con Dios. 


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