Respira en el Espíritu
El Espíritu recrea a la persona a partir de las lágrimas, lágrimas de angustia y de amargura, lágrimas de gratitud y de admiración, “lágrimas ascéticas” que se transforman en “lágrimas pneumáticas”, las cuales aportan al hombre energía y, al mismo tiempo, vulnerabilidad, suavidad y ternura, y una infinita capacidad de acogida. Entonces se abre en él la respiración de lo inmenso; su respiración, unida al nombre de Jesús, participa de la Respiración divina que incesantemente anuncia al Verbo. Respira en el Espíritu, respira al Espíritu que sostiene el mundo.
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