El bien
¿Cómo podemos empezar a hablar del bien?
Creo que para hablar de algo, antes que nada, hay que recurrir a nuestra
experiencia. Tenemos que hacer memoria y preguntarnos cuál es nuestra
experiencia del bien. He llegado a la conclusión de que el primer bien que experimentamos
es nuestra propia vida: nos han dejado nacer. Gracias a que otros, nuestros
padres, nos lo han permitido, podemos experimentar otros bienes, pero el
primerísimo que obtenemos somos nosotros mismos.
Tenemos que hablar de nosotros como un bien que no
hemos decidido obtener y que aun así nos ha sido dado. Por eso, creo que no me
alejaría mucho de la definición del bien al decir que tenemos experiencia de él
como algo que hemos recibido. Es una imagen que me parece muy bella: somos un
regalo para nosotros mismos.
A partir de esta experiencia del bien, como algo que
recibimos, podemos ver que el bien se desarrolla según esa dinámica. Es la
dinámica del agradecimiento ante algo inesperado. ¿Alguno de nosotros esperaba
nacer? Creo que ninguno podemos afirmarlo. Lo que sí que podemos afirmar es que
nos han esperado a nosotros…¿Te has fijado? El bien “inesperado” engendra la
esperanza; a un bien le sigue otro: la sonrisa de un recién nacido responde a
la esperanza de sus padres, es su manera de decir “gracias”.
Esta experiencia la hemos tenido todos en cierto
grado, todos vivimos gracias al esfuerzo de otros y a la atención que nos han
dado. Sinceramente, me sorprendo al pensar que no voy a ser capaz de devolver
el bien que me han dado… Aunque no ser capaz de devolverlo me espolea a buscar
cómo hacerlo.
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