Os escribo...

 Os escribo igual que el apóstol intentando ofrecer esa luz radiante que brota de una cuna de vida y esperanza. Os escribo para que nos unamos en el hoy de un Belén humilde pero necesario. Os escribo porque, así como los cristianos tenemos estados peculiares, también tenemos deberes peculiares. Os escribo porque no importa la edad, ni nuestra vocación de vida para apostar siempre por el amor mutuo y el saber priorizar las cosas del mundo. El discípulo sincero más joven es perdonado, los que llevan más tiempo en la escuela de Cristo necesitan más consejos e instrucción. Incluso a los padres hay que escribirles y predicarles; nadie es demasiado viejo para aprender. Padres con experiencia y jóvenes con el futuro por hacer. Cada uno construyendo etapas de existencia, aprendices en el libro de una Palabra siempre nueva. 

Fuertes y valientes los unos y los otros para saber afrontar las tempestades del mundo. Porque el creyente debe mantenerse firme, estar pero no ser, participar pero no pertenecer a las cosas mundanas que alejan el corazón de Dios. Cuanto más prevalece el amor del mundo, más decae el amor de Dios. Todo pasa, sólo permanece quien sabe leer la historia con ojos de eternidad.


Tomado de internet: 

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