Juntos comenzamos la aventura
Un poco de ceniza en la frente se transforma en señal que nos pone en camino hacia la Pascua de Jesús.
Y es en el Evangelio de este día en que el Señor nos da las
pautas certeras para que lo recorramos y vivamos como tiempo de gracia.
Cuando des limosna,
Cando te pongas a orar,
Cuando ayunes,
Hazlo en lo oculto, Dios ve, y Él te lo recompensará.
Tres actos como tres son las relaciones que el hombre tiene en
su vida. Porque no podemos olvidar que el hombre es un ser relacional.
Relación con los demás mediante la limosna, o lo que es lo
mismo, dando al otro algo de lo nuestro. Dar tiempo, dar ayuda, dar
comprensión, dar, siempre dar.
Relación con Dios que mantenemos viva con la oración. Si la
limosna es apertura al otro, la oración es apertura a Dios.
En la oración, Dios va cambiando nuestro corazón, va
transformando nuestras actitudes negativas y creando en nosotros un corazón nuevo.
La oración nos induce a la conversión interior. Cuaresma, pues, tiempo fuerte
de oración que nos ayudará a ahondar nuestra relación con el Señor.
Y para la relación con uno mismo Jesús nos propone el ayuno.
Sabemos que ayunar es abstenerse total o parcialmente de tomar alimento o
bebida, pero ¿es sólo eso? ¿No tendremos también que ayunar de nuestras
pasiones, de nuestros anhelos de sobresalir, de nuestro afán de suficiencia?
Cada uno debe saber de qué ayunar en favor de uno mismo. Aprender a vivir
sobriamente, porque nosotros somos algo más que lo que deseamos, estamos por
encima de nuestras apetencias desordenadas, somos algo más que mera compulsión.
Por esto la Cuaresma es momento de romper las propias cadenas y apostar por la libertad, la ilusión y la alegría.
Las semanas que tenemos por delante pueden ser de
cumplimiento superficial o pueden ser tiempo de parar, profundizar, reflexionar
y modificar el rumbo de la propia existencia. Ciertamente nos merecemos una
vida mejor, y debemos comprometernos en buscarla, haciendo más vital nuestras
relaciones con los demás, con Dios y con nosotros mismos.
No es momento de grandes innovaciones. Nos basta con volver
a lo esencial, lo más auténtico que hay en nuestro corazón, los grandes deseos
y sueños que siguen brillando en el horizonte. Es tiempo de interioridad,
crecimiento y conversión. Una ocasión propicia para reavivar lo más auténtico
que nos habita y regresar a los compromisos del bautismo, ese tesoro aún por
descubrir.
Hacer de estas semanas una ocasión propicia está en nuestras manos. Nos sostiene la certeza de que es la Iglesia entera la que nos acompaña y fortalece. Juntos comenzamos la aventura.
Comentarios