De Él depende todo
La fe nos permite encontrar por todas partes huellas de la actividad de Dios, entender que él está presente en nosotros, en nuestra vida espiritual, psíquica y física.
Si eres capaz de ver a Dios en todas partes, tu oración se convertirá en una oración de fe, será una oración no solamente de palabras, sino también una oración de miradas, de admiración del mundo; una oración de agradecimiento por todo lo que Dios nos da.
Gracias a la fe conocemos que los hombres son sólo en apariencia los protagonistas de la historia; que en realidad el principal protagonista es Dios. La presencia de Dios en la historia concierne, tanto a los acontecimientos relacionados con la política, como a los asuntos sociales, económicos, familiares y profesionales.
El está presente en todas partes. De él depende todo. En sus manos están tanto los destinos de cada uno de nosotros, como los destinos de las naciones y del mundo.
Todo esto lo conocemos gracias a la fe. La fe genera en nosotros la paz interior, la paz que surge de la fe, de la conciencia de que aquel que es el poder y el amor infinito tiene todo en sus manos llenas de misericordia, y que es él quien lo lleva todo hacia el objetivo final, con su inmensa sabiduría y amor.
La fe nos da un sentimiento de seguridad y de paz, y el convencimiento de que el amor de Dios siempre nos abraza: La fe es otra visión del mundo, otra visión, sobre todo, de aquello que es difícil.
La fe nos hace posible el conocimiento de Dios en los fenómenos de la naturaleza, donde continuamente podemos descubrir huellas de su actuación, huellas de su preocupación por nosotros y por el mundo que nos rodea.
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